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PREÑEZ Y PARTO

PRESENTACIÓN DE LA CRIATURA POR LA PELVIS


En estas presentaciones se conocen las nalgas por la prominencia del coxis, las rodillas por las prominencias de las crestas de los huesos tibias, y los pies por el calcañar. Por lo general, en las mujeres delgadas, fácil es conocer una presentación por la pelvis, porque la cabeza de la criatura se siente del otro lado de las paredes abdominales.

Si la bolsa de las aguas está muy dilatada, los pies salen primero y el parto es fácil. Generalmente, la línea bi-isquiática de la criatura se coloca paralelamente a los diámetros oblicuos de la pelvis de la madre; las nalgas, después de atravesar el estrecho superior de la pelvis, ejecutan un movimiento rotatorio, de modo que la línea bi-isquiática está paralela al diámetro antero-posterior del estrecho inferior; las nalgas salen juntas, o la anterior sale primera. Sigue el tronco, después salen los hombros como las nalgas, y la cabeza atraviesa el canal como en las posiciones del vértice, el occipucio hacia atrás o hacia adelante: en el primer caso, la cara y después la frente deslizan debajo del pubis y la cabeza se muestra afuera; en el segundo caso, la cara y la frente pasan por delante del cóccix.

El parto por la extremidad pelviana es largo y peligroso para la criatura, a consecuencia de la compresión del cordón entre la cabeza y el cuello uterino.

Los cálculos estadísticos han dado los resultados siguientes: que en los partos por la extremidad pelviana muere casi una criatura por once; y en las presentaciones por el vértice muere una por cincuenta.

En las presentaciones de la extremidad pelviana es necesario observar los diversos tiempos del parto, auxiliar con la mano los cambios fisiológicos de la pelvis de la criatura, desdoblar los muslos y los hombros. Cuando solo la cabeza queda en la pelvis, la parturienta debe hacer fuerza. Si la cabeza está inmóvil, preciso es encorvar la criatura sobre el vientre de la madre, cuando la cara mira hacia atrás; o meter los dedos índice y mediano por cada lado de la nariz de la criatura, y desembarazar la cabeza; o apoyar con los dos dedos sobre el occipucio para facilitar el movimiento de flexión. Cuando la cabeza está detenida y no puede sacarse por estos medios, lo mejor es aplicar el fórceps.

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