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FIEBRES

MEDICAMENTOS PARA EL TRATAMIENTO DE LA FIEBRE TIFOIDEA


El régimen que se ha de seguir durante la evolución de la fiebre tifoidea se dirigirá con la mayor cautela.

Es necesario sustentar al enfermo, que ha de soportar muchas semanas de fiebre, pero, al mismo tiempo, conviene no cargarle el estómago. Tomará, pues, solamente alimentos líquidos y fáciles de absorber, como son la leche, los caldos, el vino, las limonadas, etc. Cualquier alimento sólido es perjudicial al enfermo de la fiebre tifoidea, aun en los seis o siete primeros días de la convalecencia, porque podría hacer que volviese la fiebre.

El centro principal del mal está en el intestino; conviene pues introducir en este órgano las sustancias propias para desinfectarlo, haciendo desaparecer de las materias fecales el olor fétido que ellas tienen.

Tomará pues el enfermo 8 papeles por día de la siguiente preparación: naftol precipitado, magnesia calcinada, polvos de carbón de Belloc, salicilato de bismuto, 10 gramos de cada uno. Divídase en 50 papeles. Se podrá sustituir esta fórmula con las hostias medicamentosas de naftol y salicilato de bismuto de Trouette, que se toman a la dosis de 1 a 2 hostias de dos en dos horas o de tres en tres, sin interrupción, no excediendo nunca la dosis 10 hostias en 24 horas.

También es provechoso en estos casos el sulfuro de carbono en la forma siguiente: sulfuro de carbono puro 50 gramos, esencia de menta 30 gotas, agua 500 gramos. Se deja asentar y se agrega la cantidad de agua igual a la dosis que se toma por día.

Ya ha demostrado el Sr. Dr. Dujardin-Beaumetz que el sulfuro de carbono puro no es veneno, según juzgaban algunos médicos.

Para completar la desinfección del intestino, es necesario que evacue el enfermo varias veces por día; dánse para el efecto clisteres de agua-tibia con dos o tres cucharadas de glicerina, o todas las mañanas medio vaso de agua purgativa de Sedlitz o Hunhyadi-Janos.

Cuando es intensa la fiebre y tomándose la temperatura del cuerpo con un termómetro médico en las axilas alcanza o excede 40 grados, conviene emplear los medios necesarios para que baje esta temperatura. Por mucho tiempo se ha empleado el sulfato de quinina cuya acción es en estos casos casi nula.

La antipirina actúa con más energía, pero el medicamento que en este punto de vista es superior a cualquier otro es el ácido salicílico. Se administrará pues: ácido salicílico 20 gramos. Divídase en 20 papeles. Para tomar 4 papeles cada día. Se comienza dandoo 1 papel, y vase aumentando progresivamente. Disminuye la temperatura uno, dos, tres y a veces cuatro grados. Debe pues administrarse este ácido con la mayor prudencia, pues no deja de tener ciertos inconvenientes este descenso rápido de la calentura.

Se pueden emplear también las píldoras impresas de ácido salicílico de L. Frére de París; cada píldora contiene 10 centigramos del producto puro.

También se pueden usar los baños tibios o fríos y los lavatorios, o se envolverá el cuerpo entero del enfermo en una sábana mojada en agua fría.

Repitiéndose estos medios varias veces en el día, se pueden obtener buenos resultados.

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