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FIEBRES

FIEBRE REMITENTE, PALÚDICA O MALARIA


Fiebre que, sin dejar de ser continua, tiene exacerbaciones acompañadas de frío y de calor al principio, y de simples paroxismos ardorosos al fin.

Ha sido observada en los países en que se producen miasmas pantanosos, especialmente en los climas cálidos, lo que ha hecho se le llame fiebre palúdica o palustre, malaria.

La enfermedad principia por el quebrantamiento del cuerpo, pérdidas del apetito y de fuerzas, dolor de cabeza; después sobreviene cierto malestar en los hipocondrios, color amarillento de la piel.

Existe fiebre continua con exacerbaciones nocturnas. Hay una forma grave que viene con estupor y delirio.

El período de frío no es tan completo como en las tercianas; en el período de calor muchas veces se manifiestan los vómitos; el sudor es casi imperceptible, y algunas veces falta.

Tratamiento.

Así que la transpiración se manifieste, que disminuya el calor de la piel, y mengüe el pulso en fuerza y celeridad, debe darse el sulfato de quinina en dosis de 50 centigramos por lo menos; a veces 75 centigramos o 1 gramo.

Si el sulfato es devuelto, adminístrese en lavativa o en fricciones. Cuando el estómago guarda el medicamento, este debe repetirse dos horas después hasta que, antes de la hora de la exacerbación, el enfermo haya tomado un gramo. Al siguiente día se repite el remedio, así que la remisión aparezca, y prosíguese los demás días del mismo modo hasta que ceda la enfermedad.

Contra la cefalalgia se aplicarán en la frente paños mojados en agua fría o hielo; si los fenómenos de la congestión cefálica fuesen sobresalientes, aplíquense sanguijuelas detrás de las orejas; la sangría general es peligrosa. Los sinapismos en las piernas son provechosos.

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