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ENFERMEDADES DE LOS OJOS

FÍSTULA DE LA CÓRNEA Y DEL LAGRIMAL


Fístula de la córnea.

Es la consecuencia de las ulceraciones de la córnea o de las heridas oblicuas de esta membrana por instrumentos punzantes. La abertura que la forma deja escorrer continuamente el humor ácueo a medida que se produce, de donde resulta la desaparición de la cámara anterior del ojo, y una propulsión del iris que se aplica sobre la cara posterior de la córnea. La abertura de la córnea se cierra a veces espontáneamente: en este caso el humor ácueo se renueva, el globo ocular recobra la conformación primitiva; sucede, no obstante, que la fístula se reproduce pasado cierto tiempo.

Tratamiento.
Colirios astringentes; oclusión metódica de los párpados; cauterización superficial de los labios de la fístula con piedra infernal.

Fístula lagrimal.

Abertura del saco lagrimal, por la cual salen y se derraman por las mejillas las lágrimas, en vez de seguir las vías naturales. Principia por un tumor en el ángulo interno del ojo; el tumor revienta y da al principio pus, y después un liquido mucoso purulento mezclado con lágrimas. La fístula lagrimal es debida, en el mayor número de casos, a la inflamación crónica de las vías lagrimales, que producen una estrechez u obliteración del canal lácrimo-nasal. No es raro que dependa de la caries ósea.

Tratamiento.
Cataplasmas de linaza o de fécula. Estas aplicaciones, empleadas en los principios de la enfermedad, son suficientes a veces para curarla. El enfermo debe sonarse con frecuencia, y esforzarse por aspirar lo que se halla en la nariz, después de tapar la boca y las narices. Háganse inyecciones por los puntos lacrimales con la solución de nitrato de plata, o con tintura de iodo mezclada con agua a partes iguales. Si al cabo de 2 o 3 semanas no disminuye la fístula, destrúyase la estrechez del canal nasal por medio de la introducción de sondas pequeñas. Este cateterismo va precedido de la incisión de uno de los dos puntos lagrimales. Introdúzcase en el canal nasal un clavo de oro o de plata, de cabeza horadada, y cuya vara, que penetra en el canal lácrimo-nasal, tiene un diámetro menor que él, de modo que la cabeza, sumergiéndose en el saco lagrimal, saca las lágrimas que bajan después a las fosas nasales entre la vara del clavo y las paredes del canal. Déjase el clavo en el canal mayor o menor tiempo según la intensidad de la fístula. Al cabo de algunos días obsérvase una mejoría notable, el resultado inmediato es la cesación del lagrimeo.

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