CLASIFICACIÓN DE LOS MEDICAMENTOS

PURGANTES

Se llaman purgantes, en general, los medicamentos que pueden acelerar o provocar evacuaciones alvinas. Su administración es seguida de inapetencia, nauseas, sensación de calor interno, dolores más o menos vivos en el abdomen, borborigmos, y de leve hinchazón del vientre. A consecuencia de las evacuaciones más o menos repetidas, la exhalación de los jugos intestinales aumenta; la bilis, el jugo pancreático, fluyen más fácil y abundantemente. Además de estos efectos, los purgantes producen la disminución de la frecuencia del pulso, y aumentan la absorción que se produce en las cavidades del cuerpo.

Los purgantes se administran con provecho en las hidropesías, enfermedades del hígado, afecciones catarrales, ciertas fiebres, en las de las recién paridas, apoplegía, plétora sanguínea, histerismo, y en las enfermedades de la piel. Ciertas diarreas y disenterías ceden al empleo de los purgantes salinos.

La fluxión abdominal, determinada por los purgantes, es un medio útil para provocar la menstruación. Háse observado muchas veces que si, al siguiente día de la cesación del flujo catamenial, la mujer toma una purga, dicho flujo reaparece; de aquí nace el precepto de no recelar purgantes siempre que se tema la metrorragia.

El abuso de los purgantes enérgicos puede ocasionar la inflamación intestinal.

Los purgantes, según la energía de su acción, se dividen en tres clases:

1° los laxantes o minorativos;
2° los catárticos o purgantes medianos;
3° los drásticos o purgantes irritantes.