CLASIFICACIÓN DE LOS MEDICAMENTOS

ANESTESIA LOCAL

El aparato empleado al efecto es sencillo y fácil de manejar. Consta de un frasco graduado que contiene éter, en el cual se sumerge la extremidad de un tubo, que atraviesa el corcho bien adaptado, y termina bifurcándose exteriormente; uno de los ramales de la bifurcación termina en una punta fina por donde se hace la pulverización, y el otro ramal comunica con un tubo de cautchuc mucho más largo, que se une a dos bolas de la misma sustancia. La bola extrema desempeña el papel de la bomba de presión, y, comprimida con la mano, impele al aire que pasa a la segunda bola o receptáculo, y siguiendo de aquí penetra en el frasco por el tubo, pasa a la parte superior del líquido, y, comprimiéndolo le obliga a introducirse en el pulverizador y a salir en forma de lluvia.

Necesario es que el éter esté rectificado, y no tenga una densidad superior a 0,720 (66° Baumé). Debe hervir en la palma de la mano; aplicado sobre la lengua debe evaporarse rápidamente sin dejar otro rastro que la impresión de un frío pasajero. Dirigido en chorro o en lluvia fina sobre la bola de un termómetro centígrado hace descender el mercurio a 14 grados y produce en dicha bola una capa de nieve provista por el vapor de agua atmosférica.
Pulverizado sobre la piel, el éter produce al principio una sensación de frescura, después frío intenso, que puede crecer basta el punto de parecerse a una quemadura. Por este descenso de la temperatura, se produce la anestesia, y al propio tiempo la piel palidece, y se endurece el tejido celular subyacente. El tiempo necesario para producir la anestesia varia de 2 a 4 minutos. La distancia del pulverizador a la piel debe ser por lo menos de 10 centímetros. Se debe temer la congelación si la refrigeración se prolongase más allá del tiempo estrictamente necesario para producir la anestesia; esta es suficiente cuando la piel se pone pálida y cuando el enfermo no siente las picaduras. El cuarto en que se opera debe ser ampliamente ventilado; la proximidad de una bujía encendida, o de algún otro foco de combustión seria peligrosa, a causa de la excesiva inflamabilidad de los vapores del éter.