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EL ARTE DE RECETAR

ERRORES A EVITAR EN LA COMPOSICIÓN DE LAS FÓRMULAS


Estos errores dependen de las causas siguientes;

1° De la unión de sustancias que no se pueden mezclar, o que no pueden dar compuestos de consistencia igual, y apropiada a la forma farmacéutica indicada. Muchas sustancias insolubles en el agua no pueden ser recetadas bajo la forma líquida, sino merced a un intermedio, tal como el mucílago, que sirve para tener las moléculas en suspensión. Omitido el intermedio, el medicamento no produciría el efecto que se desea. Así, cuando se receta una poción con alcanfor, preciso es prescribir la yema de huevo o cualquier líquido alcohólico, a fin de disolverlo, porque el alcanfor no es soluble en el agua. En una poción en que entra el sulfato de quinina es indispensable la adición de algunas gofas de ácido sulfúrico, sin lo cual el sulfato no se disolvería.

2° El modo indicado para la preparación de los medicamentos puede hacer que no se consiga el fin propuesto, y hasta puede destruir la eficacia de las sustancias empleadas. Sustancias hay que pierden todas sus propiedades, cuando se preparan antes de un modo que de otro. Tales son, por ejemplo, las plantas aromáticas, que cocidas pierden su actividad; deben ser, por consiguiente, únicamente sometidas a infusión, y, además de esto, en vasijas cerradas. Ciertos medicamentos no son solubles más que en el alcohol, éter o aceite, como el alcanfor, las resinas, los bálsamos, etc.; otros solo se disuelven en agua caliente, como la gelatina, la fécula, el almidón, etc. El agua fría no disuelve sino un corto número de sustancias, como el azúcar, la goma y algunas sales. Importa, pues, indicar el modo de preparación peculiar a cada sustancia.

3° Mezclando sustancias que se descomponen mutuamente, y cuya acción, por lo tanto, se halla cambiada o destruida totalmente. Si se mezcla, por ejemplo, una sal cualquiera con ácido, casi siempre resultará descomposición. Así, se debe evitar con cuidado la mezcla del tártaro emético con una sustancia que contenga ácido agállico o tanino, porque, en el caso contrario, el emético se descompondría y perdería sus propiedades. Lo que acabamos de decir de la acción del tanino sobre el emético, debe aplicarse a la mayor parte de las otras sales metálicas, sobre las cuales esta acción es la misma. Cuando en la composición de una fórmula entran dos sales, bueno es también saber si dichas sales no ejercen acción recíproca una sobre otra. Así, siempre que dos sales en estado de disolución, por el cambio de las bases y de sus ácidos, pueden formar una sal soluble y otra insoluble, o dos sales insolubles, la descomposición es evidente. Estas consideraciones son de la mayor importancia, puesto que las nuevas sales que se forman pueden tener propiedades médicas diferentes de ambas sales primitivas. Necesario es, pues, al escribir una receta, no mezclar sino sustancias que no puedan descomponerse mutuamente, salvo cuando se intenta realizar su descomposición con objeto de utilizar los nuevos principios que su combinación produce, lo cual tiene lugar, por ejemplo, en las píldoras ferruginosas de Bland, en las cuales, por la recíproca descomposición del sulfato de hierro y del carbonato de potasa, se forma el carbonato de hierro, sal nueva, que constituye la base de esta mixtura. Para evitar semejantes errores, el médico hallará en el presente Formulario, al hablar particularmente de los medicamentos, las sustancias incompatibles; esto es, aquellas que no pueden asociarse sin producir su descomposición, o neutralizar sus electos.

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