ÁCIDOS

ÁCIDO SALICÍLICO

(Acide salicylique, fr.).

Preséntase bajo la forma de polvos blancos o amarillentos, de aspecto cristalino; no tiene olor, ni sabor notable; es soluble en 500 partes de agua fría, más soluble en agua caliente, soluble en 4 partes de alcohol, en 50 partes de aceite o de glicerina, soluble en el éter. Calentado rápidamente se transforma en ácido carbónico y fénico; calentando moderadamente, se sublima sin descomposición.

Preparación.
Disuélvese ácido fénico en su equivalente de lejía de sosa concentrada; evapórase; caliéntase el residuo hasta que la masa se vuelva pulverulenta. Obtiénese de este modo fenato de sosa, que se calienta a 100°, y que se trata por una corriente de ácido carbónico seco; auméntase gradualmente la temperatura hasta que, bajo la influencia del gas ácido carbónico, el ácido fénico deje de producirse. El resultado es el salicilato de sosa, que se descompone por el ácido clorhídrico para obtener el ácido salicílico, el cual se presenta bajo la forma cristalina.

Propiedades y usos.
El ácido salicílico posee propiedades antipútridas y desinfectantes tan pronunciadas como el ácido fénico; y ofrece la ventaja de estar completamente privado de olor, de no tener sabor, ni ser tan venenoso. En corta dosis impide la fermentación, destruye el mal olor, y se opone a la putrefacción de las materias animales y vegetales. Desinféctanse las úlceras espolvoreándolas con polvo de arroz mezclado con ácido salicílico. Las vasijas, los corchos de botella que han contraído mal olor, se purifican con la solución del mismo ácido. Internamente es aconsejado en el reumatismo agudo, en la angina diftérica, en el crup, en las fiebres paludosas, tifoideas, en la escarlatina, en una palabra, en todas las enfermedades infectantes, en todas las epidemias. Pero las propiedades irritantes y la escasa solubilidad del ácido salicílico, hacen se prefiera, sobre todo en el reumatismo agudo, el salicilato de sosa (V. esta palabra), sal muy soluble en el agua.